Con el paso del tiempo, el color blanco original del esmalte se empieza a tornar amarillento. Este cambio gradual puede ser potenciado por sustancias que manchan los dientes (café, mate, vino, tabaco). Asimismo, el excesivo consumo de aguas fluoradas, el deterioro del nervio del diente, ciertas medicaciones o simplemente una mala higiene oral pueden afectar el color de los dientes.

Mediante el uso de geles de peróxido de carbamida (moléculas de oxigeno) que penetran en el esmalte y la dentina, se obtienen los cambios de color sin causar absolutamente ningún daño en el tejido dentario. Los tratamientos se mantienen intactos de 1 a 4 años, requiriendo solamente un refuerzo cuando esto sea necesario. En un muy corto plazo (de 1 a 10 días) se logran cambios muy evidentes.

El blanqueamiento dental se ha convertido en uno de los tratamientos odontológicos más solicitados por pacientes de todas la edades, siendo el de mayor demanda a nivel mundial en la odontología estética actual.